EL BARROCO NOVOHISPANO
César Tenorio Gnecco Uno de los más bellos apartes de la arquitectura colonial novohispana es sin lugar a duda el Barroco, desarrollado en los siglos XVII y XVIII, que florece sin igual en esta tierra barroca per se desde épocas prehispánicas, muchísimo antes que el término casi existiera. El Barroco, que para algunos conocedores del tema es un estilo arquitectónico inspirado en conceptos netamente religiosos, pletórico de simbolismos bíblicos, sin ésto decir que en el campo civil no se da también espectacular, al llegar a la Nueva España cayó en tierra fértil, y no solo aquí, en todo el Nuevo Mundo hispánico, ya que Quito tiene obras de categoría comparables a las de Lima, Colombia, Guatemala y el actual México; por supuesto no podemos dejar de lado al barroco portugués, desarrollado en Brasil. Dice Victor L. Tapié en su obra "Barroco y Clasicismo" 1 que las obras barrocas "... las más extrañas, las más exasperadas, aquellas que parecen alcanzar el límite extremo de la invención y de la fantasía, las guarda la América española ...". Tapié nos centra en el por qué de nuestro Barroco al decir que mientras la Reforma protestante no se prestaba a las realizaciones de un arte cristiano suntuoso, los españoles difundieron el catolicismo con su despliegue de ritos y fastuosidad en la construcción y la decoración de las iglesias, que en las Provincias del Imperio español y la costa del Brasil floreció un arte "recargado hasta la confusión, que se presenta como uno de los logros más pujantes del barroco".
ORIGEN DEL TÉRMINO BARROCO
En la palabra portuguesa barroco: término de joyería para designar a las perlas que no son perfectamente redondas, que en el lenguaje técnico de la joyería castellana entró como berrueco. Para Covarrubias 2 (1611) la palabra barrueco se aplica a la perla irregular y berrueco significa roca granítica y da origen a "berrocal, tierra áspera y llena de berruecos, que son peñascales levantados en alto: y de allí entre las perlas hay unas mal proporcionadas, y por la similitud las llamamos berruecos". Un origen más "culto" se le ha querido dar, al relacionarla con una de las combinaciones de las figuras del silogismo: barroco, tal vez como similitud entre el silogismo 3 y la Trinidad de Dios?, ya que esta figura no expresa ninguna irregularidad, imperfección o extravagancia en el modo del pensamiento
La primera definición de Barroco referente al arte de construir la encontramos en la Enciclopedia Metódica, obra reservada a la arquitectura y confiada a Quatrímere de Quincy en 1778: "Barroco, adjetivo. El barroco en arquitectura es un matiz de lo extravagante. Es, si se quiere, su refinamiento [sic] o si se puede decir, su abuso. Lo que la severidad es a la sabiduría del gusto, el barroco lo es a lo extraño, es decir que es superlativo. La idea del barroco entraña la del ridículo llevado al exceso. Borromini dio los mayores modelos de extravagancia. Guarini puede pasar por el maestro del Barroco. La capilla de Saint-Suaire en Turín, construida por este arquitecto, es el ejemplo más sorprendente que se puede citar de este gusto." Para don Manuel Toussaint 6 viene del término italiano barocco, que significa impuro, mezclado, bizarro, audaz. Dice el nombrado autor que "Es indudable que la causa anterior de este barroco viene a producirse por el abuso de formas anteriores y por el deseo de renovación que de tiempo en tiempo se ofrece a los hombres, siempre dispuestos a variar y sujetos en todas sus actividades, desde las más elevadas hasta las más baladíes, a ese factor que, al mismo tiempo que es símbolo de destrucción, lleva en sí un germen constructivo: la moda."
EL BARROCO EN LA NUEVA ESPAÑA
La sociedad de este momento (1630-1730) es eminentemente aristocrática, de aristocracia de dinero, que ostentaban como única nobleza el descender de los conquistadores o el ejercitar las mayores obras pías o de caridad que se pudiera. En esta época son los potentados de la Colonia los que contribuyen al auge intenso de la arquitectura religiosa; enormes fortunas son destinadas por los mayorazgos o por los simples caballeros para constituir patronatos en templos y conventos. Comienza la secularización de las parroquias, los frailes pierden las doctrinas y la administración parroquial que ejercían por concesiones especiales pasa a manos de los clérigos, quienes se tornan en los dueños y señores de la administración, organizándose la iglesia en México en forma jerárquica.
MATICES DEL BARROCO EN LA NUEVA ESPAÑA En el desarrollo del estilo barroco encontramos tres matices: BARROCO SOBRIO Puede definirse como una reproducción del barroco español, en el que se conservan los órdenes arquitectónicos pero alterando las proporciones de las columnas, se rompen los entablamentos, y toman un carácter ornamental del edificio, perdiendo su función de soporte estructural. En los templos, el barroco sobrio se caracteriza en la portada de ingreso, que se desarrolla en torno a un arco de medio punto flanqueado por pilastras o columnas, pareadas o sencillas; sobre el arco se desarrolla un nicho, una ventana o un relieve. Este tipo de portada es común durante todo el siglo XVII. Encontramos este mismo tipo de portada en las puertas de ingreso a los monasterios, con la variante que el vano es adintelado y con un nicho o escudo sobre él. En las portadas de las casas, la puerta se abre entre dos pilastras y sobre ésta un balcón o una ventana y más arriba el escudo de armas, si es una casa señorial; en sus fachadas, las puertas y ventanas prolongan sus jambas hasta unirse con el cornizuelo; las cornisas son muy poco voladas y a veces casi no existen; presentan almenas cuando la casa es de un noble. En esta Época, en Ciudad de México se generaliza el uso del tezontle cubriendo los entrepaños de las fachadas, mientras que jambas, dinteles, cornisas y cornizuelos son tallados en piedra de cantera. Las pilastras aparecen muchas veces almohadilladas. En las esquinas de los edificios aparece casi siempre un nicho, para el santo preferido por el 4 propietario de la casa o para el santo patrón de la comunidad religiosa dueña de la edificación.
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